Érase una vez, una madre y un hijo que se dejaron la comida hecha para irse a Granada a la carrera.
Nos tuvimos que dar la vuelta porque las ruedas de la bici de mi madre estaban flojas. Pero encontramos
a un señor muy amable que le infló las ruedas. Luego intentamos alcanzar a los ciclistas pero a mi madre
se le había pinchado la rueda de delante y nos tuvimos que dar media vuelta y nos fuimos a casa.
Fin
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